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Hoy más que nunca encuentro a mi alrededor una exagerada alabanza a lo bello. La historia de la humanidad ha mostrado aceptación por lo que se considera colectivamente bonito, aunque en el fondo también ha sido atraída por lo feo, por lo bizarro, por lo poco común, tanto así que todo aquello que se consideraba distinto se exponía en museos o circos con la denominación de exóticos o aberraciones. Pareciera entonces que detrás de todo esto se esconde, diría yo, una inclinación por la estética de lo feo. ¿Qué tiene lo feo que nos provoca misterio y curiosidad?, ¿Por qué lo feo a veces nos genera encanto y placer? El caos que trae consigo lo feo nos invita a irrumpir en lo que ya está dado, en pocas palabras nos invita a liberarnos.
Bien podemos notar que aquello que tiene validez ahora es la excesiva positividad, el empoderamiento, el emprendimiento y los éxitos. Considero que esos aciertos son buenos para la autoestima, para el despliegue de la creatividad y para establecer metas, sin embargo, cogen mayor valor cuando se viven en intimidad. Una vez se publican en Instagram, TikTok, Facebook y WhatsApp tienden a romantizar la cotidianidad, como si esta fuera siempre colmada de alegrías. La realidad es que en el día a día las vicisitudes son las que nos ayudan a descubrir la belleza en las dificultades o en lo feo. Pero, tristemente puedo notar que la fealdad ha sido totalmente desplazada por las dinámicas sociales y comunicacionales dadas las redes cibernéticas.
En lo feo se alberga la rareza y esa rareza es apenas una parte de la realidad. Digamos que todo aquello que consideramos feo es la punta del iceberg, para poder valorarlo y aceptar su diferencia debemos ir a fondo, sólo así es cuando encontramos su fascinación. Que nos agrade lo “estéticamente feo” puede ser a causa de que nos encontramos en el hastío del trabajo, de las relaciones, de las deudas, del tráfico etc y ante esa desolación mental-espiritual aquello que trasgrede lo común, llama nuestra atención. Tal vez, por esa razón un poema triste de Alfonsina Storni nos estremece, el llanto de un bebé nos acoge, una pintura visualmente grotesca de Goya nos pone a pensar.
Ahora bien, lo bello trae consigo una serie de leyes que la fealdad ciertamente rompe, por eso solemos castigar aquello que no sigue el canon ya que se le considera inmoral, desobediente, inútil, malo, imperfecto, enfermo, barato, falso, impuro o enemigo (Robledo, 2019). Sin embargo, también alabamos cuando la guerra, la tiranía, la violencia, la crueldad, la discriminación y la desigualdad se manifiestan ¿acaso esos actos humanos no incitan al desorden, no son feos también? Esta realidad nos podría indicar que, a la larga, sí tendemos a gozar por la fealdad.
Al respecto, Bermúdez (2010) comenta que “en la fealdad también se encuentra una expresión estética” (p.10) debido que su impacto es generado por la recordación. En este sentido no sólo lo bonito nos cautiva, sino también la disonancia. La fealdad penetra en nuestros sentidos, nos provoca emociones, nos conecta con algún pensamiento, pero, ante todo, infringe nuestro mundo interior con el propósito de causar caos, movimiento y nuevamente orden: la creación de nuevos preceptos. A la estética no sólo le incumbe el estudio de la belleza, sino también de lo feo. Sin belleza no hay fealdad, más lo feo es inseparable del concepto de lo bello (Rosenkranz, 1992).
Creería entonces que la realidad humana se encuentra en una constante dualidad entre lo bello y lo feo porque en ocasiones tiende más a lo uno que a lo otro. De igual forma tiende a la hipocresía, mientras algunos siguen las tendencias del momento en su interior desean lo contrario: lo que se aborrece. Esto nos trae como resultado la incoherencia entre lo que se hace y se piensa. ¿Por qué no darnos la oportunidad de ir contra corriente en algún momento? Lo feo como revolución nos permiten a la cultura, a la sociedad y a la ciencia crear nuevas formas de ser y de estar, de lo contrario no habría cambios, ni avances, ni mejoras: “Esa forma novedosa o transgresora de mirar es evidentemente necesaria, esa lectura tal vez arriesgada e irreverente está descubriendo otras formas…” (Crenes, p.1, 2009). Es así como la fealdad podría ser considerada el ápice de nuestra libertad.
Referencias:
Bermúdez, S. (2010). La Fealdad Estética. Grafías Disciplinares de la UCPR, (12). pp.9-12 https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3645029
Crenes, P. (2009, julio 9). La estética de lo feo. Revista de letras. https://revistadeletras.net/la-estetica-de-lo-feo/
Robledo, J. (2019, febrero 28). Estética: Los valores de la belleza y la fealdad. Instituto Cultural de León. http://institutoculturaldeleon.org.mx/icl/story/6516/Est-tica-Los-valores-de-la-belleza-y-la-fealdad#.Y8W3YXbMK3B
Rosenkranz, K. (1992). Estética de lo feo. Julio Ollero Editor. https://letraspalabrastextos.weebly.com/uploads/1/4/2/7/14270166/rosenkranz%2C_karl_-_est%C3%A9tica_de_lo_feo.pdf
Magíster en Educación y Desarrollo Humano. Especialista en Desarrollo Personal y Familiar. Licenciada en Pedagogía Infantil.
Correo electrónico: tany.fernandezg@gmail.com
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