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Caicedo Bohórquez, L., & Fernández Guayana, T. G. (2022). Consecuencias del bullying en la formación de estudiantes según estudios latinoamericanos entre 2010–2021. Revista Ensayos Pedagógicos17(2), 161-179. https://doi.org/10.15359/rep.17-2.8

DISPONIBLE: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/ensayospedagogicos/article/view/16899

Resumen

El presente artículo comparte los resultados de un estado de conocimiento en torno a las consecuencias que genera el bullying en la formación de estudiantes en edad escolar, según estudios desarrollados en América Latina entre 2010–2021. El método consistió en una revisión documental de 34 fuentes dentro de las cuales se encuentran tesis de pregrado, maestría, doctorado y artículos científicos publicados. El análisis de la información se realizó bajo una matriz documental que contrastó los datos en relación con dos categorías de estudio: 1) El bullying como interés científico y 2) Consecuencias que genera el bullying en edad escolar. Dentro de los principales resultados se destaca que el acoso escolar produce en los sujetos victimarios baja autoestima, depresión, ansiedad, bajo rendimiento escolar y síntomas somáticos que, si no se tratan oportunamente en la escuela y en la familia, provocan el retiro de la persona estudiante de la institución, negándole el derecho a la educación o, en su caso más grave, el suicidio. Como conclusión, se destaca que el bullying se desencadena en un proceso lento y tortuoso, el cual se va agudizando con el tiempo; es por esa razón que se hacen necesarias rutas de atención para atacar la problemática desde sus primeras manifestaciones.

Palabras clave: Acoso escolar, América Latina, edad escolar, formación, víctima

Introducción

En Latinoamérica, para los niños, niñas y adolescentes, las instituciones educativas representan un lugar seguro, que les brinda no solo educación sino también protección del contexto en el que viven. Esto se debe a que, para algunos, sus lugares de socialización (barrio, familia) no cumplen con la defensa de los derechos fundamentales. Sin embargo, la escuela tampoco ha podido lograrlo, puesto que el acoso estudiantil o el llamado bullying se hace cada vez más presente en las aulas de clase, cosa que se va reflejando en las expresiones verbales y no verbales de los propios estudiantes.

Por su parte, la percepción que tienen las familias acerca del entorno escolar no se limita al nivel cognitivo, sino que delegan a la escuela el cuidado integral que abarca las emociones, las expresiones, el desarrollo psicológico, el cuidado físico, el fortalecimiento de las habilidades y la superación de las necesidades. Esto conlleva para las instituciones educativas una responsabilidad que en pocas ocasiones pueden cumplir, ya que dentro del ambiente escolar se pueden evidenciar distintos niveles de maltrato. Según la UNICEF, “La función central de la escuela es educar, enriquecer y proteger a sus estudiantes, en un ámbito de respeto y ejercicio de los derechos de todos” (Eljach, 2011, p. 7).

Lamentablemente, la escuela, se ha convertido en el espacio donde se manifiesta el bullying a través de las bajas notas académicas, el cambio del estado de ánimo, la dificultad en la socialización con los compañeros, la pérdida de la confianza y de la autoestima, lo cual ocasiona comportamientos agresivos que pueden generar tragedias como masacres, suicidios y deterioros psicológico de los involucrados.

Sumado a ello, se hacen presentes en el colectivo escolar la violencia directa o indirecta y su normalización. Con respecto a la violencia directa e indirecta, Enríquez (2015), menciona que en las Pruebas Saber grado 5° y 9° de Colombia, realizadas a 55.000 estudiantes en 589 municipios del país, se encontró que el 29 % de los estudiantes de quinto y el 15 % de noveno manifestaban haber sufrido algún tipo de agresión física o verbal por parte de un compañero. Señalan además “que en las instituciones públicas la intimidación es más personal, de frente al estudiante; mientras que en los colegios privados se presenta el fenómeno de acoso a través de las redes sociales” (Enríquez, 2015, p. 3). Con respecto a la normalización de la violencia, Rodríguez (2019) expresa:

Las expresiones de violencia en la escuela son actos que se presentan a diario, lo complicado es el límite entre violencia física y no física, según los estudiantes este último tipo de violencia suele ser entendida como algo normal. (p. 24)           

Dado lo anterior, queda en evidencia que, para los estudiantes, la agresión en el entorno escolar es parte de su cotidianidad y no discrimina el tipo de institución. Es por esa razón que el presente artículo tiene como objetivo presentar los resultados de un estado de conocimiento que analiza las consecuencias del bullying en la formación de estudiantes en edad escolar, según estudios realizados en Latinoamérica entre 2010–2021. Con este estudio documental, se profundiza sobre los niveles de violencia escolar entre pares, el rol que desempeñan cada uno de los involucrados y las rutas de atención para este tipo de situaciones. También se conoce sobre el papel de la familia, los maestros y planteles educativos quienes, en su labor cotidiana, pueden ser testigos silenciosos pasando por alto las pequeñas acciones violentas que desembocan en la práctica del acoso escolar.

 

Estrategia metodológica

Se utilizó la revisión documental debido a que permitió identificar las investigaciones elaboradas, las autorías, los objetos de estudio, las metodologías, los resultados y las discusiones con las cuales se construyen premisas y relaciones sobre las consecuencias del bullying en edad escolar y, por tanto, fundamentar una base teórica sobre el tema.

Los documentos consultados se distribuyeron entre tesis de pregrado, investigaciones a nivel posgrado como maestría y doctorado, y artículos resultados de investigación en idioma español para un total de 34 archivos. Para ello, se contó con el buscador de Google con el propósito de ingresar a los repositorios institucionales de universidades nacionales tales como: Repositorio de la Pontifica Universidad Javeriana, de la Universidad del Valle, de la Universidad de Cartagena, de la Universidad Nacional, de la Universidad de Medellín, de la Universidad del Cauca, de la Universidad de Antioquía y de la Universidad de Cartagena. En los repositorios digitales de instituciones internacionales se consultaron: Repositorio Institucional de la Universidad Politécnica Salesiana de Ecuador, de la Universidad de Guayaquil de Ecuador, de la Universidad de Lima, de la UNAM de México, de la Universidad Veracruzana, México, de la Universidad de San Carlos de Guatemala y el repositorio de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle de Perú. También se hizo búsqueda en las bases de datos Scielo, MIAR, Redalyc, Scopus, Crossref, Latindex, DOAJ, REDIB, LatinRev y Dialnet. Dentro de los criterios de selección, se estipularon estudios realizados en América Latina sobre el acoso escolar en edad escolar, esto quiere decir que abarcaran los niveles de preescolar, educación primaria, secundaria y educación media respectivamente, y que además no tuvieran una antigüedad de más de 11 años -2010-2021- (Ver tabla 1).

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Para el análisis de la información, se utilizó el método descriptivo. Se realizó una matriz documental en la cual se cruzaron los datos recolectados con unas categorías de análisis, las cuales permitieron identificar las tendencias, ausencias y minorías de las consecuencias que genera el bullying en la formación de estudiantes en edad escolar. Las categorías son: 1) El bullying como interés científico y 2) Consecuencias que genera el bullying en edad escolar y cada una se despliega en una serie de subcategorías a saber (Ver Tabla 2).

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Resultados y discusión

El bullying como interés científico

Los documentos realizan preguntas de investigación que intentan indagar sobre la calidad de vida, las consecuencias y daños causados en los niños, niñas y adolescentes en edad escolar víctimas del bullying verbal, psicológico, físico, social y sexual (Cardozo, 2021; Hidalgo-Rasmussen et al., 2015; Morán, 2016). Surge también un deseo por encontrar las causas, efectos, características, manifestaciones, representaciones sociales, detección y prevención del bullying (Báez y Oliveros, 2010; López, 2016; Romero, 2012). Por su parte, algunos de los estudios enfocan su interés investigativo en los distintos actores que se encuentran involucrados en el acoso escolar tales como: observadores, víctimas, acosadores y las familias (Arcos y Trejo, 2012; Gómez, 2012; Morán, 2016).

Con respecto al tipo de estudio, se puede decir que el más utilizado es el enfoque cualitativo a nivel nacional (Colombia), ya que posibilita profundizar casos específicos donde se puede analizar las diversas variantes y la complejidad de este fenómeno según los distintos contextos (Vázquez, 2018; Burgos et al., 2014), a la vez concede la aproximación del investigador, quien le puede dar sentido de una forma crítica y naturalista a la investigación (Chaves-Álvares et al., 2020; Contreras, 2013). El enfoque cuantitativo, fue utilizado a nivel internacional en países como Guatemala, Perú, Ecuador, México y Perú (Jiménez, 2015; Morán, 2016; Rincón, 2018; Roldán, 2010). El tipo de estudio menos aplicado fue el histórico- científico desarrollado en México (Magallón, 2016).

En referencia con la población participante, los estudios mostraron una tendencia hacia niños, niñas y adolescente en edad escolar, desde el preescolar hasta el último grado de educación media. Los contextos escolares como escuelas y colegios, por lo general, fueron los principales escenarios investigados (Arcos y Trejo, 2012; Báez y Oliveros, 2010; Vásquez, 2018). De igual forma, los estudios suelen enmarcarse en el ambiente de las relaciones interpersonales entre estudiante-estudiante, estudiante-docente, familia-estudiante y docente-familia (de las Heras et al., 2020; Rincón, 2018). En una investigación realizada en Guayaquil- Ecuador se involucró a los padres, quienes manifestaron sus conocimientos sobre el tema, siendo la única en la que se vio implicada la familia (Mojica, 2014).

Por su parte, en la mayoría de los estudios se utilizó el método descriptivo por su facilidad para evaluar y describir el fenómeno del acoso escolar en torno a las casuísticas, sus variables y características. Este permitió entonces conocer los inicios del bullying, sus formas de manifestación, las acciones que se han tomado para contrarrestar causas y consecuencias, los actores y escenarios involucrados, entre otras variables (Chaves-Álvares et al., 2020; Rincón, 2018; Cerezo y Hurtado, 2016). Por el contrario, el método menos utilizado fue la investigación de campo, el cual fue se aplicó en Guayaquil-Ecuador, y que permitió el desarrollo de la investigación en el mismo lugar donde se gestaron los acontecimientos y en contacto con los actores directos (Perlaza y Laz, 2014).  

Dentro de los instrumentos de recolección de información, los más aplicados corresponden a la entrevista, la encuesta, la observación y el cuestionario. La entrevista estuvo presente en 15 de los 34 documentos analizados (Cardozo, 2021; Carreño, 2012; Díaz et al., 2018;). Esta tendencia se debe a que la entrevista permite el diálogo; por medio preguntas y respuestas, se guía la conversación para conocer las percepciones del bullying desde los puntos de vista de los estudiantes, docentes y familias, así como el manejo que le dan las instituciones educativas y los entes territoriales a las políticas y leyes contra en acoso escolar; al mismo tiempo la entrevista posibilita conocer la opinión sobre las causas y las consecuencias de quienes están involucrados directa o indirectamente en estos casos. También la encuesta fue otro de los instrumentos de recolección de información utilizada, ya que estuvo presente en 12 de los 30 documentos (Burgos et al., 2014; Medina et al., 2016; Ortega, 2013)

Dentro de los hallazgos, es pertinente señalar que, la mayoría de las investigaciones mencionan las agresiones físicas y verbales, como parte de las relaciones interpersonales (Cárdenas, 2015; Ortega, 2013). De igual forma, se encontró que las manifestaciones físicas de violencia son más comunes entre hombres y la exclusión social por medio de rumores y apodos, es más común entre mujeres (Borrero y Mosquera, 2016). Por otro lado, hubo una tendencia marcada hacia el silencio que guardan las víctimas y la falta de denuncias sobre este fenómeno; esto debido a la poca respuesta oportuna y la falta de sanciones o correcciones frente el tema (Chaves-Álvares, 2020; Díaz et al., 2018; Jiménez, 2015). En este mismo sentido, se encontró que las familias poco conocen sobre las afectaciones del bullying, ya que suelen normalizarlo como parte de la interacción en la etapa escolar. Finalmente, en la mayoría de los estudios se encontró la falta de mecanismos y políticas útiles para su prevención (Cárdenas, 2015; Ceballos y Velazco, 2018; Rincón, 2018).

Estos estudios demuestran que hay una tendencia por profundizar sobre el fenómeno del bullying, puesto que se reconocen sus implicaciones en la vida de las víctimas y sus repercusiones a nivel social. Se resalta también cómo, a falta de políticas educativas, algunos agentes pedagógicos han tomado la iniciativa por establecer rutas de atención que permitan detener cualquier tipo de agresión en el aula. Los estudios muestran la necesidad de conocer estadísticas y realizar investigaciones longitudinales que logren visualizar los efectos del bullying a largo plazo.

Sumado a ello, los estudios hacen notoria la urgencia por difundir el tema con el propósito de prevenir este tipo de prácticas e incluir otros escenarios donde surge el acoso escolar como lo son las instituciones rurales y de educación superior, lugares donde día tras día surgen casos que no son atendidos, solo hasta que se hacen públicos en los medios de comunicación a causa del fallecimiento de alguno de los involucrados. De hecho, en las instituciones rurales suele considerarse la agresión como un símbolo de fortaleza, mientras que resistir a ella es una forma de sobrevivir al medio. Con respecto a las universidades, por su carácter académico, se tiende a hacer de lado la atención al bullying dada la autonomía y madurez que se supone que traen consigo los estudiantes para resolver los conflictos. En ese orden de ideas, los estudios alrededor del bullying sugieren ampliar sus muestras, situarse en escenarios poco comunes y procurar resultados que redunden en actos concretos que permitan darle manejo al acoso escolar.

 

Consecuencias del bullying en edad escolar (Latinoamérica y Colombia)

En primer lugar, buena parte de los estudios muestran que la baja autoestima es una de las consecuencias que genera el acoso escolar. En investigaciones de países como México, la ausencia de una correcta autoestima lleva a la depresión, la ansiedad y las conductas suicidas. Allí mismo se realizó una encuesta a 272 participantes que arrojó que el 29,04 % de los encuestados percibieron como una de las consecuencias del bullying la baja autoestima, la cual provoca otras afectaciones psicológicas (Arcos y Trejo, 2012). Por su parte, en países como Ecuador, se menciona el acoso verbal como más perjudicial que la violencia física, ya que lastima y destroza la identidad al causar daños que serán recordados a lo largo de la vida de la víctima (Ortega, 2013).

Estos estudios también se refieren al acosador, como un sujeto con complejo de superioridad, ya que considera tener el derecho de elegir una víctima y someterla a sus caprichos tales como burlas, apodos, insultos y gestos agresivos que influyen en el bajo rendimiento académico, el desarrollo de una personalidad retraída y, por tanto, una autoestima baja de la víctima (Arcos y Trejo, 2012; Ortega, 2013; Tejada et al., 2021).

En cuando a los estudios nacionales (Colombia), algunos indicaron que los estudiantes luchan contra maltratos intrafamiliares, lo que exacerba la introversión, el desánimo y la desconfianza, sin mencionar que en el contexto escolar suelen ser manipulados por medio de amenazas y chantajes de sus agresores que terminan en ridiculizaciones en público, afectando por tanto en la percepción de sí mismos y el control de sus emociones (Clareth et al., 2015; de la Cruz, 2017; López, 2016). 

En segundo término, la depresión es presentada como otra de las principales consecuencias del acoso escolar. Esto se refleja en la encuesta aplicada a 272 niños, niñas y adolescentes en México, que arrojó como respuesta un 37,87 % de predomino a la depresión por acoso escolar (Arcos y Trejo, 2012). Tal parece que es una de las primeras consecuencias en aparecer en las víctimas, llevándolas de una tristeza común a una profunda, que se aseveraron con los diferentes actos de sus agresores (Cárdenas, 2015; Hidalgo-Rasmussen et al., 2015).

También se encontró que la depresión es uno de los primeros pasos hacia el aislamiento y las conductas antisociales, ya que lleva de a pocos a la soledad, a la melancolía, al desánimo y, por último, en casos severos, al deseo de quitarse la vida. Esto no solo se refleja en el estado de ánimo, sino que puede pasar a ámbitos de salud física como problemas de alimentación e insomnio (Azúa et al., 2020; Cerezo y Hurtado, 2016; Vaca, 2014).

En tercer lugar, se encuentran la ansiedad y la angustia como otras de las consecuencias del acoso escolar. A nivel internacional, se menciona la ansiedad como los temores y preocupaciones que obstaculizan el sano desarrollo de la cotidianidad. Las víctimas del bullying suelen entonces sentirse perseguidas e intimidadas por sus iguales, sufriendo calladamente el ataque de sus agresores. Al mismo tiempo, la ansiedad los carcome haciéndolos más vulnerables, y en el caso de los agresores, volviéndolos más agresivos (Cárdenas, 2015; Díaz et al., 2018; Medina et al., 2016).

Se puede decir que es a través del sarcasmo y el cinismo que se lleva a la víctima hacia la ansiedad, desencadenando en ella formas de expresarse más cautelosas, a crear una imagen negativa de sí mismos y a elevar los niveles de estrés. Es por eso que las víctimas manifiestan sentimientos de culpa, miedo y vergüenza a expresarse en público y en privado (Avilés et al., 2020; Ortega, 2013)

Una cuarta consecuencia concierne al bajo rendimiento académico. Según los estudios, los daños psicológicos y físicos que esta práctica ocasiona producen en la víctima el desinterés, perdida de gusto hacia la escuela y el aprendizaje en el contexto escolar hasta el punto de decidir abandonar la institución educativa (Quispe y Poma, 2015; Perlaza y Laz, 2014; Carreño, 2012).

En los estudios a nivel nacional, lo académico es más fácil de observar como una de las primeras manifestaciones de acoso o agresiones, ya que las víctimas dejan de participar en clase por miedo a ser objeto de burla. Allí se haya una fuerte correlación entre violencia escolar y bajo rendimiento académico (Báez y Oliveros, 2010; Díaz et al., 2018; López, 2016;). Al respecto, algunas de las instituciones suelen sancionar la práctica del bullying basándose en la normatividad del manual de convivencia donde se hacen llamados verbales o escritos al agresor (Morán, 2016; Salcedo, 2017;).

A nivel internacional, también se halló una fuerte relación entre las agresiones de carácter físico, verbal y psicológico con el rendimiento académico. Esto se debe a que este tipo de agresiones suelen avanzar al aumenta la inseguridad de la víctima, cosa que le imposibilita parar la intimidación de sus agresores, lo que causa en éste un descontento consigo mismo e incapacidad de alcanzar cualquier aprendizaje por más sencillo que sea (Cárdenas, 2015; Olivera y Yupanqui-Lorenzo, 2020; Quispe y Poma, 2015;). Finalmente, se encuentra una necesidad de mantener ambientes con alta calidad de convivencia y motivación avivada desde los valores humanos, con el fin de propiciar el óptimo desempeño académico y así evitar los altos niveles de deserción escolar (Avilés et al., 2020; Gómez, 2012; Vásquez, 2018). 

En quinto lugar, se encuentran los síntomas somáticos como otra de las consecuencias del bullying. En algunos estudios, se menciona que las víctimas de acoso escolar somatizan la agresión a través de malestares físicos, jaquecas, gastritis, colitis, insomnio, fatiga, trastornos alimenticios y migraña. La aparición de estas dolencias pocas veces es manifestada a los adultos por el temor a hablar del tema (Cárdenas, 2015; Perlaza y Laz, 2014). Asimismo, el acoso escolar suele hacerse notorio cuando se aseveran las pesadillas, la variación en el peso y la talla en los victimarios, además de los desmayos derivados por sus padecimientos. Es ahí cuando la mayoría de las veces se acude a ayuda médica dando los primeros pasos al tratamiento de una afectación profunda del bullying (Hidalgo-Rasmussen et al., 2015; Perlaza y Laz, 2014).

A su vez, cuando la curva de agresiones ha dejado avanzar y los momentos de tristeza y soledad son más frecuentes, el suicidio se hace presente como consecuencia severa de bullying (Azuá et al., 2021). En Colombia, un estudio de la Universidad del Valle arrojó que, de 55.000 niños, niñas y adolescentes pertenecientes a 589 municipios, el 29% de los estudiantes de 5° y el 15% de 9° manifestaron haber sufrido algún tipo de agresión física o verbal de parte de algún compañero. También que 3 de cada 5 niños y niñas víctimas de violencia escolar piensan en el suicidio y que 1 de cada tres lo intentan (Enrique, 2015).

Ahora bien, entre los estudios a nivel internacional, en Ecuador se encontró que el 50 % de muertes en jóvenes se relacionan con el suicidio causado por el bullying (Perlaza y Laz, 2014). Mientras que, en México, en un estudio hecho a 272 estudiantes, arrojó que el 26,84 % de ellos relaciona el suicidio como una de las principales consecuencias del acoso escolar en el colegio (Arcos y Trejo, 2012). De hecho, en una investigación realizada por la Universidad Veracruzana se indicó que, a nivel internacional, México ocupa el primer lugar en casos de acoso escolar en educación básica en instituciones públicas y privadas. El mismo estudio reveló que 5.000 estudiantes aproximadamente acuden al suicidio generado por el acoso (Vázquez, 2018). Estas cifras alertan a la comunidad para avanzar en políticas públicas que protejan el derecho a la vida digna y a la atención de la salud mental.

Los anteriores estudios resaltan el componente psicológico como detonante en la práctica del bullying. Tanto víctima como agresor presentan una distorsión en su autoestima lo que los impulsa a creerse merecedores de maltrato o abusadores del otro. Es así como los niños, niñas y adolescentes que son víctimas, suelen sentirse culpables de su situación y permiten que otros los griten, insulten, peguen y persigan. Por su parte, el agresor suele considerarse mejor que los demás especialmente con el que considera débil, y una muestra de su “superioridad” suele manifestarse con la violencia. Por si fuera poco, los estudios también coinciden en que pertenecer a una familia disfuncional agrava las conductas de asilamiento (para la víctima) y de agresión (para el atacante).

En consecuencia, las investigaciones motivan a las instituciones educativas a centrar sus esfuerzos por trabajar en la consolidación de una autoestima sana y por el desarrollo de una autoimagen realista con sus estudiantes, así como vincular a los padres de familia con el propósito de reivindicar su labor en el monitoreo y en la educación de sus hijos. En concordancia, las investigaciones invitan a propiciar espacios para la convivencia, el diálogo, el retorno de los valores humanos, el rescate de la dignidad y el correcto manejo de la libertad personal.

 

Conclusiones

El anterior estado de conocimiento arrojó como carácter especial que, las víctimas del bullying, manifiestan las consecuencias por medio de un proceso. Se inicia con una burla o una broma por parte del agresor. Ante la reiteración del acoso, la víctima empieza a sufrir daños en su autoestima y confianza. Posteriormente, la víctima se aísla y permanece en silencio terminando excluido socialmente. Aquí se hacen presentes los cambios en el desempeño académico, de humor y las inasistencias a clase porque se somatiza con dolores de cabeza, migrañas, gastritis, insomnio, somnolencia y pesadillas, o con trastorno alimenticios como la bulimia y la anorexia. Al sumarse estos efectos, la víctima se encuentra en un estado emocional-mental imposible de soportar, trayendo como consecuencia el inminente retiro de la institución negándole así su derecho a la educación, o el atento contra su propia vida.

Todo lo anterior se exacerba con la falta de atención y oportuno tratamiento de los casos de bullying por parte de los maestros y las instituciones educativas. Es importante mencionar que desde el rol como docentes se presentan grandes retos para abarcar y solucionar los conflictos entre estudiantes. Pero la realidad es que las instituciones brindan pocos espacios para darle visibilidad al tema, y se hace cada vez más difícil la intervención oportuna frente a la práctica del bullying en las aulas. Por su parte, se puede decir que los maestros, en su labor cotidiana, tienen la responsabilidad de detener cualquier tipo acción violenta y empezar a actuar. Como bien se pudo evidenciar, el bullying penetra silenciosamente en las aulas de clase pasándose por alto en algunas ocasiones, pero en otras se es testigo y no se hace nada.

Asimismo, se evidencia poca vinculación de las familias tanto del agresor como de las víctimas para dar solución a la problemática. También, se hace notoria la inoperancia del Estado para brindar garantías con políticas que protejan a los niños, niñas y adolescentes, y que, a su vez, brinden una ruta de atención, cosa que acentúa y normaliza la agresión en las relaciones sociales. A partir de allí, se observa la necesidad de capacitar a la comunidad educativa (directivos, orientadores, docentes y padres de familia) con el propósito de erradicar las prácticas violentas por más pequeñas o inofensivas que se consideren, puesto que un sobrenombre, la exclusión constante, las burlas, los chantajes entre otros pueden desembocar en problemas que afectan la integridad física, emocional y psicológica de las víctimas. Por tal motivo, el bullying requiere ser tratado desde su primera manifestación entablando lazos sinérgicos entre la familia, la escuela y las políticas públicas con el propósito de evitar daños irreparables.

Dentro de las limitaciones del estudio, se encuentran la restringida bibliografía a nivel de artículos científicos, puesto que en su mayoría los estudios corresponden a tesis universitarias ubicadas exclusivamente en repositorios institucionales, en este sentido el acceso a la información queda condicionada y poco divulgada. Finalmente, se recomienda involucrar a las familias y al entorno donde se desarrolla la víctima del bullying, con el propósito de observar las prácticas y las conductas familiares para una asertiva intervención. De igual forma, se recomienda a entidades gubernamentales establecer agendas públicas para propiciar políticas en torno a la protección de las víctimas, la prevención del bullying y creación de rutas de atención. De esta manera se da a conocer este fenómeno para evitar la desinformación y lograr su detección oportuna.

 

Referencias

 

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