Son varios los pensadores y filósofos que afirman vivimos en una época de crisis, esto debido no sólo a la falta de surgimiento de un pensamiento que caracterice al siglo XXI, sino que además los cambios sociales y económicos se viven de manera acelerada y afectan en gran medida a la población mundial.  La globalización influye en nuestras vidas de manera tan decisiva, a través de la publicidad por ejemplo generando y manipulando nuestras necesidades, guiándonos por el consumismo, pero además influye en tendencias de índole no sólo económico, sino social, político y educativo por mencionar algunos. En materia educativa tiende a enfrentarse a la escuela pública, pretendiendo monopolizar la educación convirtiéndola en un servicio más que ofertar.

Entre las demandas que la globalización hace a la escuela pública, está el que debe ser innovadora y competitiva, es decir, estar a la vanguardia no sólo de métodos educativos, como el del enfoque en competencias, sino además en tecnología. Organizaciones internacionales como la OCDE, el Banco Mundial, entre otras, que se encargan de recomendar a los países las formas en que esto deben educar a sus niños y jóvenes, presentan el uso de las tecnologías como un estándar más que los chicos deben desarrollar al trabajar el enfoque por competencias, es decir, generar una sociedad del conocimiento.

La denominada Sociedad del conocimiento o la Información se presenta como un estado ideal de desarrollo social, el cual debiera estar caracterizado  por la capacidad de sus miembros, ciudadanos, empresas y administración pública para obtener compartir e intercambiar cualquier tipo de información instantáneamente, desde cualquier lugar y en la forma que se prefiera. [1]

Sí bien es cierto, se pensaría que si todos los niños tuvieran acceso a las tecnologías, esto les permitirá avanzar en materia educativa, pero el hecho de incorporarlas genera una dimensión de desigualdad social y educativa, debido principalmente a que no todos los contextos escolares cuentan ni con los servicios necesarios (energía eléctrica, acceso a internet) ni con los recursos para dotar de tecnología sus aulas, y por consecuencia la diferencia de quienes si tienen acceso a ella, cuentan con acceso al mundo de la información y la comunicación casi de manera inmediata, y por otro lado, la sociedad del conocimiento no garantiza necesariamente mayores niveles de justicia social, equidad y cohesión.[2]

 

La paradoja que la era del conocimiento nos presenta es como los adelantos tecnológicos, nos permiten comunicarnos en segundos a otros países a bajo costo, y los programas computacionales nos aventajan a realizar muchas de las tareas que anteriormente nos llevaban horas por hacer en los países que tienen acceso a las redes de la información, pero a diferencia en los países de tercer mundo aun existen dentro de una misma sociedad personas que no sólo no tienen acceso a ellas, sino que no cuentan con los servicios básicos para vivir. Así, la tecnología se convierte en una herramienta más del capitalismo, que  acorta de posibilidades a las personas de precarias condiciones, haciéndoles casi imposible el acceso a la era del conocimiento.

 

“Las visiones hegemónicas a nivel internacional sostienen que las tecnologías de la información y la comunicación pueden proporcionar  nuevas formas de producir, intercambiar  y utilizar  conocimientos, ampliar las oportunidades de formación hacia muy distintos públicos y poblaciones. Un heterogéneo pero poderoso coro de voces impulsa a las autoridades educativas y a los profesionales de la enseñanza a que abandonen sus pruritos y fobias, abran los intercambios y los contenidos educativos a las influencias educadoras de otras agencias sociales y aprovecen las maravillas del inagotable mundo de las redes electrónicas”.[3] Es así como la sociedad del conocimiento se vende a nivel mundial, dejando de lado el análisis de la utilidad que los niños y jóvenes hacen de la tecnología en la era del conocimiento.

 

La realidad educativa no se encuentra caracterizada por adolescentes que en busca de sus deseos de conocimiento, se inserten a las redes para obtener nueva información y de esa manera satisfacer una necesidad que la escuela no le proporciona. La verdad es que los jóvenes pasan la mayor parte de su tiempo libre “conectados a la red”, pero si bien es cierto, lo pasan en redes sociales conversando con sus compañeros, “confirmando solicitudes de amigos” de personas desconocidas, lo que ha generado nuevas formas de relación y problemas sociales como el delito cibernético, el cyberbullying o el sexting. [4]

 

El uso de la tecnología permite propagar la violencia cibernética, por lo que el Internet, el correo electrónico, las redes sociales, los teléfonos celulares e inclusive los videojuegos resultan instrumentos de uso común para agredir. El ciberbullying surge como una práctica violenta entre iguales, sobre todo en los últimos años de la educación primaria y en secundaria, con la adolescencia y en casos extremos los problemas vinculados a él terminan en el suicidio de los agredidos, quienes pueden ser víctimas de acoso virtual (y a veces también físico) con ofensas, exclusión, burlas, humillaciones, intimidaciones, difamaciones, etc.[5]

 

El ideal de la era del conocimiento se ve lejano de estas nuevas formas de “convivencia-agresión” que surgen por el uso de la tecnología. La escuela pública no está ajena a estas formas de relación de sus alumnos, sino que además se ve agredida por la “promesa de la comunidad global” [6] que busca a todo precio incorporar las tecnologías a las aulas, desacreditando las habilidades del docente para formar y autoformarse al decir en el discurso que los docentes tienen temor a la tecnología y se ven rebasados por sus alumnos al utilizarla. La cuestión de la incorporación de las tecnologías a la educación debería poder respondernos ¿Qué formación queremos para los ciudadanos del siglo XXI?, ¿Cómo los docentes podemos dotar a nuestros alumnos de las habilidades necesarias para que exploten las redes y no sean explotados por ellas? ¿Cuáles debieran ser las características de la educación del siglo XXI?, o mejor dicho ¿Cómo debería ser el aula y el docente del siglo XXI?

 

Responder estas interrogantes no es tarea sencilla. “La escuela se construyó como un ámbito que debía distancia del mundo social para corregirlo, mejorarlo, moralizarlo. El universo escolar se constituyó como un espacio con legalidad propia, relativamente cerrado a las amenazas del mundo. El docente fue históricamente  un representante de un orden social y cultural, portador de una unidad de sentido y una comunidad.”[7]  Lamentablemente desde la consolidación de los estados nación y del surgimiento del capitalismo, la escuela se convirtió en una herramienta más de la globalización para homogenizar a las masas. Las políticas educativas desde mediados del siglo pasado han sido influenciadas por las corrientes ideológicas de los mercados mundiales que se han preocupado no por formar ciudadanos  sino por capacitar a los futuros obreros-empleados que han de incorporarse a la productividad económica.

 

La escuela, pero en especial la escuela pública corre el riesgo de desaparecer en pleno siglo XXI, debido principalmente a que buena parte de los Estados intentan reafirmar su capacidad de gobierno descentralizando su poder administrativo a instancias regionales o locales, estrategia que suele reforzar las tendencias desintegradoras apoyando políticas públicas con influencia privatizadora. [8]

 

Es así como la educación se presenta como un derecho universal de todo ciudadano del mundo, pero se van limitando su acceso para todos. En los países en desarrollo las políticas educativas que favorecen la incorporación de las tecnologías en la escuela, se enfrentan a dificultades significativas, tanto por la carencia de infraestructura de comunicaciones, como por la necesidad de enfrentar lo que ha dado en llamarse un contexto de “exceso de demandas”, donde es necesario optar permanentemente entre dedicar los escasos recursos disponibles a satisfacer las necesidades básicas de equipamiento de las escuelas, nutrición y salarios docentes o invertir en los requerimientos propios del proceso de desarrollo tecnológico.[9]

 

En la modernidad liquida las redes expresan un orden de relaciones sociales en constante movimiento  y reconstrucción. Es por ello que se requiere del diseño que seleccione las estrategias  necesarias para la exitosa incorporación de las tecnologías de la información en la educación, promoviendo los procesos de enseñanza-aprendizaje utilizándolos como los medios para aprender, y no descalificándolos como generalmente se hace. La modificación de los estilos de enseñanza debe partir del uso de las tecnologías como herramienta que puede ser o no utilizada en la medida que se trabajan ciertos contenidos, pero que debe estar en la escuela para servir de puente entre la información que se genera minuto a minuto a nivel mundial y los contenidos de enseñanza ya establecidos.

 

Lo cierto es que las tecnologías y las redes globales se expanden mientras el mundo de los educadores está atravesado por fuertes sentimientos de incertidumbre y en muchos lugares de pesimismo o desaliento. [10] Los docentes debemos incorporar las tecnologías en nuestra práctica diaria sin importar contar con un aula sistematizada o no, sino como una herramienta que nos permitirá no solo el desarrollo de contenidos a trabajar, sino de conocer a nuestros alumnos y conocer las características del mundo virtual al que tienen acceso para explotarlo cognitivamente, y evitar que sea solo un medio de deshumanización y enajenación de nuestros alumnos.

 

Los docentes debemos dejar de sentirnos afectados o debilitados por los procesos de profesionalización contradictorios (se nos evalúa de forma cuantitativa y se nos exige evaluar de forma cualitativa) a los que nos enfrentarnos, y empezar a gestar una nueva profesionalidad docente, que se base no sólo en el trabajo colaborativo, sino en la valorización de sus conocimientos y habilidades, eliminando el sentimiento de pérdida y de amenaza de unidad y sentido que las redes de la información nos quieren hacer creer.

A lo largo y ancho del mundo, millones de escuelas, educadores, académicos, activistas, ciudadanos y estudiantes están inventando y difundiendo nuevas formas de enseñar, comunicarse, compartir conocimientos y estudiar utilizando redes y tecnologías informacionales.[11]



[1]  Cfr. Palamidessi, Mariano. “Las escuelas y las tecnologías en el torbellino del nuevo siglo”.  En La escuela de la sociedad de redes. Una introducción a las tecnologías de la información y la comunicación. FCE. Argentina, p. 14

[2] Las tendencia s al aumento de la desigualdad, de la segmentación espacial y de fragmentación cultural de la población, claramente  visibles hoy en vastas regiones  de planeta, están asociadas  una serie de rasgos del actual modelo de desarrollo social, entre las cuales se destacan la concentración de la riqueza y la creciente disociación entre crecimiento económico y eliminación de la pobreza.

Cfr.  Tedesco, Juan Carlos “Tecnologías de la información y desigualdad educativa en América Latina” en: http:www.virtualeduca.info/veBA09%20_confTedesco.pdfn p.1

[3] Cfr. Palamidessi, Mariano. “Las escuelas y las tecnologías en el torbellino del nuevo siglo”.  En La escuela de la sociedad de redes. Una introducción a las tecnologías de la información y la comunicación. FCE. Argentina, p. 14-16

[4] Ciberbullying: Es el uso de los medios electrónicos (Internet, telefonía celular y videojuegos online) para ejercer el acoso entre iguales. Sexting: Es un neologismo (sex: sexo y texting: mensajería) para referirse al envío de contenidos eróticos o pornográficos por medio de teléfonos celulares. Secretaría de Seguridad Pública (2009), Campaña Nacional de Prevención contra el Delito Cibernético, México.

[5] Cfr. “Bullying y Ciberbullying  en  Curso Básico de Formación Continua para Maestros en Servicio 2011. La relevancia de la profesión docente en la  escuela del nuevo milenio. SEP. 2011. pp. 155-158

[6] Imagen de un mundo de intercambios sin barreras y de una distribución abundante  y universalmente provechosa de signos. Palamidessi, Mariano. “Las escuelas y las tecnologías en el torbellino del nuevo siglo”.  En La escuela de la sociedad de redes. Una introducción a las tecnologías de la información y la comunicación. FCE. Argentina, p. 14

 

[7] Palamidessi, Mariano. “Las escuelas y las tecnologías en el torbellino del nuevo siglo”.  En La escuela de la sociedad de redes. Una introducción a las tecnologías de la información y la comunicación. FCE. Argentina, p. 18

[8] Cfr. Palamidessi, Mariano. “Las escuelas y las tecnologías en el torbellino del nuevo siglo”.  En La escuela de la sociedad de redes. Una introducción a las tecnologías de la información y la comunicación. FCE. Argentina, p. 19

[9] Cfr. Tedesco, Juan Carlos “Tecnologías de la información y desigualdad educativa en América Latina” en: http:www.virtualeduca.info/veBA09%20_confTedesco.pdfn p.5

[10] Cfr. Palamidessi, Mariano. “Las escuelas y las tecnologías en el torbellino del nuevo siglo”.  En La escuela de la sociedad de redes. Una introducción a las tecnologías de la información y la comunicación. FCE. Argentina, p. 28

 

[11] Cfr. Palamidessi, Mariano. “Las escuelas y las tecnologías en el torbellino del nuevo siglo”.  En La escuela de la sociedad de redes. Una introducción a las tecnologías de la información y la comunicación. FCE. Argentina, p. 28

 

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