Difícilmente se puede cuestionar las premisas que alimentan la concepción de un maestro que genera (construye) conocimiento, lo salvaguarda y difunde, lo nutre y divulga. Que bajo una doble identidad (disciplinar y docente) configura una tercera personalidad: la de maestro investigador, quien con esta investidura logra alcanzar altos estándares de rendimiento, expresados como indicadores de calidad. Sin embargo, existen voces que señalan la imposibilidad de cumplir con este quehacer integral, en la medida en que la escuela (como institución) ya no refleja la dinámica social y cultura de los pueblos, de las naciones, lo cual le inhabilita como contexto válido para recrear escenarios reales.¿Cómo lograr alinear las nuevas directrices del quehacer del maestro con la estructura funcional y administrativa de los centros escolares? ¿Es válido exigirle al maestro esta nueva figura operativa en medio de un contexto escolar que no sólo la dificulta, sino que incluso la llega a rechazar? Esto último en la medida en que la investigación, sobre todo educativa, hace evidente lo que vulgarmente se oculta, interpelando muchas veces a la autoridad académica. 

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Respuestas

  • Saludos Manuel! realmente lo que planteas es muy cierto , la motivación y el impulso que desde las escuelas tienen los maestros es fundamental. En cuanto a disciplinar e investigar creo que se puede llevar de la mano ambas cosas y fácilmente se puede ser ese maestro investigador que es capaz de involucrar a su grupo de estudiantes y de compañeros en este camino tan interesante. Considero que lo fundamental es  el hacer ese punto de reflexión donde se pueda dejar bien claro que hay que investigar si queremos lograr cambios positivos en nuestros alumnos, en nuestras instituciones y el el ámbito personal. 

    Seguiremos debatiendo.

    Ana 

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