Estimados amigos,
La XXII Cumbre Iberoamericana (16-17 noviembre 2012) dio lugar a la Declaracion de Cadiz, en la cual jefes de gobierno, representando a sus pueblos, han tratado de unir voluntades de los dos continentes.
Enrique Iglesias rememora el aniversario de Cadiz con estas palabras: “hace 200 años tuvo lugar el encuentro de españoles y americanos, reunidos en pie de igualdad para terminar con el absolutismo y abrir las puertas a la soberanía popular. Aunque esas puertas se cerraron poco después en Europa, se abrieron en América para servir de apoyo al proceso independentista y más tarde a la modernización y enriquecimiento de aquellos principios constitucionales, incorporando nuevos derechos de los ciudadanos y de la naturaleza”. Y se anima a compartir el pensamiento de que la próxima década puede ser de America Latina.
La reunión de Cadiz ha dejado un documento que nos invita a reflexionar sobre Iberoamerica, su identidad y su futuro. Tambien se esfuerza en lograr una simetría entre las dos regiones, la peninsular y la latinoamericana, y con ello crear un marco propicio de solidaridad.
Es ahora a los educadores, filósofos, científicos, artistas a quienes toca repensar el rumbo que la región desea tomar para compartir su talento creador, vital y generoso.
Llama la atención el equilibrado lenguaje del documento aprobado en Cádiz que contiene un inequívoco discurso de inclusión, anhelo de gran respeto humano y justicia social, preocupación por el medio ambiente, el cual contrasta con la realidad apremiante y ensordecida en que se enseñorea una crisis absurda, que comienza por lo financiero y económico, y nadie adivina su rumbo.
La Declaración de Cádiz se convierte en una invitación a repensar la situación ibérica e Iberoamericana, a hacerla realidad considerando la adecuación de las políticas nacionales y regionales a la luz de sus propuestas.
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